El viaje en tren de Jodhpur hasta Jaisalmer también fue movidito. Esta vez fueron 301 km, 7 horas, por 217 rupias (3 euros).

Nada más entrar un hombre nos echó el ojo encima. Nosotras estábamos en una de las literas superiores leyendo algo y el tío se acerca para charlar un poco (aunque no hablaba mucho inglés). Con una sonrisa de oreja a oreja repetía una y otra vez "welcome to India", luego nos ofrece una bebida. Aceptamos por cortesía pero había algo raro en él, no era genuino, estaba siendo amable por algo. Miro a Eli y le pregunto qué sensación le da a ella, y siente lo mismo. Si nos pasa a las dos, es porque, probablemente, el tío no es de fiar.
Es increíble como, en una situación donde aparentemente deberías sentirte tranquila, la intuición te dice todo lo contrario, y en este viaje, si a algo estamos aprendiendo, es a seguir siempre lo que nos dice la intuición.
Así que amablemente le devolvemos el refresco que nos había ofrecido pero él insiste en que nos lo quedemos.
Hasta ese momento el hombre no hizo nada malo, a parte de acercarse a nuestra litera un poco demasiado y ponernos las manos sobre las rodillas. Le quitamos las manos de encima y le dijimos que sin tocar y él se apartó enseguida. Luego nos explicó que era soldado del ejército de la India y empezó a decir un montón de cosas en hindi que no entendimos. Preguntamos a un chaval joven que dormía en nuestro compartimento que si podía traducir y nos dijo que solo estaba siendo amable pero que no habláramos más con él porque estaba borracho y mandó al hombre a dormir a su cama.
Aquello sería alrededor de media noche y desde entonces hasta, aproximadamente, las 4 de la mañana, no me quitó ojo. Durante horas me observó desde su litera casi sin parpadear. En ese momento no sabía bien que hacer, soy consciente de la curiosidad que tienen los indios por las personas de occidente y ya me he acostumbrado a que nos sigan con la mirada allá a donde vamos, pero esto era distinto. Pensé en decirle algo pero no quería preocupar a Eli innecesariamente y tenía miedo de que se pusiera agresivo, empeorar la situación y tener que dormir con él al lado de esas maneras. Al fin y al cabo, no había hecho nada malo, sólo me estaba mirando.

Pasaron las horas y seguía sintiendo su mirada clavada. Me mira y no se esconde, quiere que sepa que estoy siendo observada.
Me fue imposible dormir hasta que el cansancio pudo conmigo y cerré los párpados.
Y entonces, cuando estuvo seguro de que dormía, se acercó a mi cama. Afortunadamente, un chico que dormía en el compartimento de al lado se despertó en ese momento y le dijo que se alejara de mí. Eli se despertó con los gritos del chaval pero no sabía lo que había ocurrido y yo seguía durmiendo. El hombre se fue y a los 5 minutos volvió directamente a mi litera y cuando levantó la mano para tocarme, Eli lo vio y empezó a gritar. Fue entonces cuando me desperté y lo vi a mi lado, mirándome con esos ojos de baboso pervertido.
Se me revolvieron las tripas de pensar cómo estuvo acechando durante toda la noche, esperando el momento oportuno para poder tocarme. Me sentí una estúpida por no haber hecho nada antes. Desde el minuto uno, sabía perfectamente que aquel hombre no tenía buenas intenciones.
Después de los gritos el tipo recogió sus cosas y se fue. Ninguna de las dos volvimos a dormir.

A la mañana siguiente el hombre no había vuelto, creemos que se bajó del tren antes de tiempo.
Su jefe, que dormía debajo de mi litera, preguntó si sabíamos dónde estaba el cabo, le contamos la historia y muy enfadado se fue a buscarlo por el tren. Minutos más tarde volvió sin éxito, y nos dijo que eso que había hecho es inaceptable e insistió en que lo denunciáramos. Él mismo llamó a la policía y nos pasó el teléfono.

En las estaciones de tren y metro hay carteles donde dice que molestar a alguien tiene una pena de entre 10 años de cárcel y cadena perpetua. 10 años en prisión cuando ni siquiera llegó a tocarme me parece exagerado, pero espero que por lo menos se lleve un buen susto.

No os podéis hacer una idea de lo que me jode que, por el hecho de ser mujer, tenga que sentirme insegura en algunos momentos de mi vida, ya sea en un tren en la India o caminando sola por mi barrio. Joder, la seguridad es algo tan básico, tan fácil de entender lo mal que te sientes si no la tienes, que me parece increíble que algunos individuos se sientan aún con derecho de hacer sentir incomodas a las mujeres, por el mero hecho de ser hombres. Por eso y por mil razones más, es tan necesaria la educación en el feminismo. Aunque espero de verdad que un día miremos atrás y nos parezca enormemente ridículo el haber tenido la necesidad de crear un movimiento que defienda la igualdad entre géneros.
Ahora mismo siento mucha rabia...

De todas formas, estoy segura de que los dos incidentes en los trenes fueron casos aislados, solo pura casualidad y mala suerte. Además, en las dos ocasiones hubo dos factores comunes, el alcohol y la ayuda altruista de las personas que nos acompañaban. Hay más gente buena que mala, y ningún capullo borracho me va a quitar la confianza en la gente bonita.

Todos los días aprendemos algo, y tengo la sensación de que en el próximo tren me voy a sentir mucho más tranquila y segura de mí misma, porque si alguien me hace sentir incomoda en algún momento, no me pienso cortar ni un pelo, aunque tenga que despertar al tren entero.